Punto

La escultura sonora de 1993, en Vilhelm Thomsens Plads en Copenhague, estaba formada como la parte superior de una esfera sobre la superficie del suelo. Una cúpula negra mate, en camino de liberarse de las garras de la tierra, o un globo hundido un tanto peligroso, a la vez que un elemento estable en la inquietante extensión de la ciudad. Situada en una plaza de la ciudad, la escultura establecía un centro al rededor del cual el espacio se concentraba.

El tamaño de la escultura hacia que el encuentro fuese físico antes que intelectual, antes que nada era un objeto en el espacio, la forma nos revela que es solamente una parte la que percibimos, como los icebergs de los que solo vemos la 1/11 parte. Una vez por ora se oían voces en la misteriosa cúpula negra, el lugar de la conversación era tal y como el interior de la cúpula, invisible y el sonido estaba compuesto de dos capas: sobre el sonido manipulado de una voz, los sonidos reconocibles de personas, en concreto las voces de niños y adultos grabadas en España, en la plaza real de Barcelona. Era posible reconocer el sonido como una conversación, pero solo se podían identificar difícilmente un par de palabras reconocibles. Como ocurre con la mayoría del trabajo de Eva Koch, aquí también solo era posible acaparar una parte del significado o idea de la obra, el resto estaba encubierto.