La videoinstalación de Eva Koch Ese sueño de paz es una obra de arte in situ concebida para un espacio urbano muy particular dentro de Copenhague: las cisternas que se extienden por debajo del parque de Søndermarken, un antiguo depósito de agua cuya construcción se remonta a 1856. Con sus estalactitas y estalagmitas, este espacio lóbrego, frío y húmedo recuerda a las cavernas naturales, pero también nos trae a la memoria mazmorras, catacumbas y refugios, lugares donde el ser humano ha sido prisionero o ha buscado amparo en su huida de la guerra y la destrucción.
La obra que da título a la exposición, emplazada en la cisterna 2, es una imagen en movimiento de 15 metros que va alternando primeros planos de amapolas que florecen y panorámicas de ondulantes campos de flores, también amapolas, todo ello combinado con un suave fondo de trinos de pájaros. A intervalos variables, la superficie roja de las imágenes se ve interrumpida por secuencias en blanco y negro que muestran niños jugando, al tiempo que el sonido de fondo se convierte en el eco de unas voces infantiles. También el tiempo interviene, pues se van sucediendo grabaciones de niños que juegan en los años 30 y escenas de niños actuales, aunque al tratarse siempre de imágenes en blanco y negro los cambios son prácticamente imperceptibles.
En otro punto de la exposición, el tiempo encuentra un indicador propio en una proyección que muestra el mismo árbol fotografiado a diario por espacio de un año. Como una especie de recordatorio de que el mundo funciona sin la intervención humana, de que la naturaleza sigue su propio ciclo. Y de que la belleza está siempre a la vuelta de la esquina, basta con que abramos los ojos para encontrarla. El corazón de las cisternas ha quedado reservado para las palomas blancas, el símbolo de paz más antiguo y más célebre de todos los tiempos. Estas palomas grabadas en vídeo y recortadas del marco de la imagen tienen una apariencia tan real que parecen estar de visita por la sala.
El sonido es determinante y sigue los movimientos de cada una de las palomas. Las vemos aletear, levantar el vuelo y posarse en otro sitio. En la zona del fondo, las palomas parecen revolotear libremente. Eva Koch ha sabido aprovechar la atmósfera húmeda de las cisternas para hacer que las palomas proyectadas se reflejen en sus diminutas partículas de agua.
En contraste con el sombrío espacio subterráneo, la instalación de Eva Koch surge como una visión intensa y luminosa del juego, el amor y la paz. Un sueño sencillo, casi banal, que, sin embargo, ahora precisamente parece más trascendental que nunca mantener intacto.