El cuenco y la perla – Un ramillete para Kokkedal

El cuenco y la perla es una instalación de sitio específico concebida para la plaza de Holmegårds Plads de Kokkedal como parte de un gran proyecto de adaptación al cambio climático. Su emplazamiento se extiende entre un colegio, una residencia para la tercera edad, un centro comercial, varios carriles-bici y una calzada, lo que implica tener en cuenta muchos factores para satisfacer a los distintos usuarios de la zona. Eva Koch ha resuelto el problema creando una plaza que actúa a modo de aglutinante y va cambiando de aspecto a lo largo del día.
La obra se compone de dos partes físicas concretas y una dimensión visual. Su corazón es una plaza de aproximadamente 50×35 metros recubierta de una grava de mármol blanca y gris que proporciona a la superficie un aspecto luminoso, aglutinante y homogéneo. La propia plaza tiene forma de cuenco por el centro, por lo que cuando se baja hasta el punto central del cuenco se tiene la sensación de poder quedar oculto para el resto del mundo, de estar en un refugio íntimo, una especie de hoyo entre dunas, a la vez que se forma parte de un amplio espacio común. Tanto la forma como los bordes del cuenco son suaves. El extremo norte es algo más escarpado, mientras que por el sur, el lado colindante con la residencia, el descenso es menos abrupto. El fondo del cuenco, provisto de un desague, siempre está seco.
El otro elemento de la escultura es una perla, un depósito ovalado blanco de unos 2×3 metros moldeado en poliéster capaz de resistir a la intemperie y montado a 20 metros de altura, sobre el tejado de la residencia. Durante el día, la perla tiene la apariencia de una escultura, una insólita joya blanca de madreperla que reproduce en su forma la de la plaza.
La perla contiene un potente proyector que durante la tarde y la noche proyecta imágenes de amapolas sobre la plaza. Se ve un campo de amapolas grabado desde arriba y desde dentro que se completa con imágenes a cámara rápida de amapolas abriéndose. En medio de la oscuridad, las amapolas despliegan sus sedosos pétalos en pleno espacio urbano como una imagen de los sueños nocturnos, del poder metafórico de la poesía, de todo cuanto forma parte de ser humano. Por la noche, la plaza y su rigidez se transforman en un mullido campo de flores. Un ramillete en el cuenco: un ramillete para Holmegårds Plads.