Un faro es un punto de referencia para el marino, una serie de penetrantes destellos luminosos que anuncian al navegante que la costa se abre a proa y que ha de acomodar su rumbo a esa información. La luz del faro sale al encuentro de quien lleva largo tiempo en la mar como un reconfortante saludo; la primera señal de recalada. Toda la atención se centra en la linterna, el punto del que emana una luz visible en la distancia.
El sonido es una parte fundamental de la instalación, tanto el ruido impetuoso de las olas como el tic-tac del mecanismo que escande lentamente la luz del faro, pasando así a ser uno de los principios constitutivos de la instalación.
La videoinstalación de Eva Koch puede entenderse como una imagen del ser humano y su necesidad de puntos de referencia en la existencia, de luz en la oscuridad.
La combinación de imágenes luminosas que alternan el detalle y el todo, el sonido del mar sempiterno y ese tic-tac del tiempo que también ha iniciado una cuenta atrás en nuestro cuerpo, es una experiencia llena de fuerza e inmediatez de nuestra posición en la encrucijada entre el ahora y la eternidad.